DISCOGRAFÍA
- Este lujo no hace nada bueno Ignacio Montoya Carlotto 2:02
- Buenos Aires Hollywood Ignacio Montoya Carlotto 3:43
- Primavera new Ignacio Montoya Carlotto 3:25
- Cuando seremos dos Ignacio Montoya Carlotto 4:19
- Puentes Ignacio Montoya Carlotto 6:32
- Así debería ser Ignacio Montoya Carlotto 2:40
- Y la dicha será nuestra Pablo Alí 3:17
- Septiembre Ignacio Montoya Carlotto 4:27
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Temas
- Este lujo no hace nada bueno
- Buenos Aires Hollywood
- Primavera new
- Cuando seremos dos
- Puentes
- Así debería ser
- Y la dicha será nuestra
- Septiembre
Ignacio Montoya Carlotto: Composición, arreglos, piano, órgano Hammond, teclados, Acordeón, percusión, bajo, guitarra y voz.
Esteban Landoni: Guitarra en tema 2.
Juan José Vilches: Batería en temas 2 y 3.
Ines Maddío: Voz en temas 3 y 8.
Ulises Merlos: Violín en tema 3.
Pedro Rossi: Guitarra en tema 5.
Facundo Barreyra: Bandoneón en tema 5.
Samuel Carabajal: Percusión en tema 6.
Pablo Alí: Guitarra en tema 7.
Todos los temas compuestos por Ignacio Montoya Carlotto excepto 7 por Pablo Alí.
» Acerca de este disco
Ficha Técnica:
Grabado en “la puerta al otro lado del mundo” Loma Negra, Olavarría, Argentina.
Bandoneón de “Puentes” Grabado en Jabba St. Por Diego Diego Suarez
Guitarra de “Puentes” grabada por Pedro Rossi.
Guitarra de “Y la dicha será nuestra” grabado por Pablo Ali y Gastón Isola en www.elpointstudios.com.ar
Mezcla y Mastering: Norberto Villagra www.facebook.com/norbertovillagragrabacionmezclamastering
Diseño de arte y portada: Celeste Madueña
Fotografía: Anabela Gilardone
Producción Artística: Ignacio Montoya Carlotto
Producción Ejecutiva: Daniel Arias
www.danielariasproducciones.com
#114discos
Gracias por el aporte a: Alejandro Apo, Esteban Landoni, Juan J. Vilches, Pedro Rossi, Ines Maddío, Ulises Merlos Laborde, Norberto Villagra, Samuel Carabajal, Diego Suarez, Cristian Arriaga y a los socios de ese momento: Pablo Alí Luthier y Facundo Barreyra.
ACERCA DE ESTE DISCO
Esto, empieza así: veníamos redondeando el 2001, y nosotros vivíamos metidos en una burbuja. Una burbuja de música, éramos un grupo de gente, queriendo querer pensar que todo el valor del mundo pasaba por los garabatos de una partitura. Teníamos un grupo y bajo ese nombre de fantasía, quedaba todo lo que queríamos querer. Así apuntábamos con el pecho hendido, al que preguntaba ¿dónde tocas? la respuesta ocurría luego de la exhalación honda – entre satisfecha e inevitable- en el “ensamble de música popular de Buenos Aires -meridiano 58” era la respuesta. Y por esos días, era la respuesta a todo.
Grabamos un disco.
Los músicos de ahí, nos conocimos cursando algunas materias en el Instituto Roma de Avellaneda. Cuando esa institución aún estaba en el finísimo costado del teatro, del que tomaba no solo la entrada lateral, sino prestado el nombre. Ahí en las apretadas salas de mucha matrícula, donde nos teníamos que poner de costado para al pasar en los delgados pasillos, en ese lugar sin patio, brotaron muchas músicas, entre ellas la nuestra. La memoria es rara, viste? funciona de una manera tan selectiva como a veces loca y caprichosa.
Al disco le pusimos “Tiempo y forma”.
En ese final de 2001, de un año en el que ahora no puedo decir con certeza si fue de buenos discos, pero sí que fue un fin de año de muy buen fotoperiodismo, obligado pero excelente. Recuerdo puntualmente algunas cosas, por ejemplo los tiempos largos en el umbral de la puerta del estudio en Quilmes Oeste, sobre cada corte de luz –tan frecuentes por esos días también- y pensar solo y casi únicamente en el trabajo por hacer, la sesión borrada accidentalmente o también como hacer en cada canción… en fin, éramos mucho más jóvenes de los que somos ahora. Ahora que cargamos con la nostalgia de las horas idas y la trampa de esta memoria viva, esta que trabaja a destajo, haciendo trampa aún con nuestros recuerdos más acabados. Veíamos en ese entonces la televisión solo por la noche. Y toda la programación de los noticieros de cada jornada, igual o peor que la anterior. Como una espiral descendente del país allá afuera, afuera de la sala, afuera del disco, afuera de la burbuja.
Cada una de las ocho canciones que fueron a esa fila digital, fue en cada caso una lucha atragantada por decir algo que no se podía. Porque no sabíamos cómo. Mi parte contó en oficiar de compositor de casi todas esas músicas y arreglador de casi todas también. Y yo tampoco sabía cómo. Andábamos por ese momento, queriendo todo y pudiendo poco. Pero no solo por los impedimentos técnicos que imponía la técnica y el saber musical de la técnica musical. Sino por no saber qué hacer, estar en esa búsqueda arrebatada de lenguaje y querer dialogar todos los léxicos del mundo a la vez, sin esperanto alguno. Apareciendo así en un camino sinuoso, una mudanza de planes constante que nos metía una y otra vez en una espiral, parecida a la del país afuera. Y así, con todo eso a cuestas, terminamos el disco, tapa, master y las ocho canciones… siempre, a la medida máxima de nuestras posibilidades, las que por más optimistas que fueran, eran pocas e insuficientes. No se sabía bien eso, pero se intuía como una epifanía entre la niebla de esos días.
El disco nunca salió a la calle…
Ahí quedo en algún cajón, alguna copia pirata para cada uno de nosotros. Quizás en alguna carpeta de algún ordenador, en mi caso nada… solo el recuerdo. Tuve si, un par de copias, pero por alguna razón, quizás las mudanzas, tal vez mis descuidos, vaya a saber bien qué, las perdí… pasó más de una década así. Cuando al fin, Facundo, uno de esos socios indelebles, junto con Pablo de ese proyecto, me pasa una versión en una sola pista de todo el disco por e-mail. Esto fue luego, claro, del acontecimiento que marcara esa otra parte mi vida en 2014… ahí quedo, en el seguro cajón virtual de un disco extraíble. Por cortesía con el trabajo hecho, lo dividí en pistas y lo deje reposar. No lo pude escuchar, el ruido de mi vida en ese momento sumado a la nostalgia que me producía escuchar algo, que pese a lo malo de su audio, me llegaba a conmover en lugares que no sabía que tenía. Más en esos momentos en los que descubría muchas cosas que no sabía que tenía.
No era tanto, pero al menos estaba el disco en casa… lo que sigue, la conciencia del paso del tiempo, los inminentes 40 no sé qué me pasó… pero en un momento empieza a crecer en mi la idea de no dejar en cajones, las cosas que hice a lo largo de casi 20 años de música. Toda esa vida puesta en música. Merecía algo más. Y el primer cajón que revisé fue este…Y a escuchar…Ahí fue el oído, humedecido por la nostalgia mohosa de otros días. Viendo en música como pasa almanaque, y a escuchar de que se trataba la vida en 2001. A recordar, no con la memoria sola, sino con el cuerpo entero. Ahí me di cuenta de algo, revelador sin dudas: que muchas veces los discos son receptáculos o cuencos, donde uno pone la pulsión creativa sin pensar ni medir la receta. A veces para otros y a veces para uno mismo. Este era el caso de una receta del segundo tipo. Así, cerré el reproductor y seque mis cosas, pensé mis tiempos y esperé un poco más. Las cosas ahora se hacen cuando se pueden. Luego, planeando el viaje de la gira por EEUU y Europa a fin del año pasado. Consulte con mis dos socios de ese entonces, que les parecía la idea de volver a grabar ese disco. No hacía falta mencionar que eso así como estaba no se podía mostrar, ni publicar tampoco. Pero no hizo falta decir que la semilla de esa música estaba más que bien y bien valía el esfuerzo. Y así arrancó la idea de volver a grabar, 17 años después un disco que ya estaba hecho pero no hecho del todo. Uno de los desafíos para mí fue hacerlo en mi casa, en mi estudio. Y que fuera yo solo quien grabara la mayoría de las cosas…una suerte de peregrinación adentro de ese nosotros más jóvenes. Que quería y quizás debía hacer. Y así fue. A la vuelta de la gira con todo el mundo sobre los hombros y todos los colores en la retina, empecé a trabajar. La primea sesión de todas fue curiosamente, con una expresión muy parecida en los noticieros de la televisión, a esa que teníamos en la primera versión del disco. 18 de diciembre en Argentina. Con ese dolor cíclico de ver lo que se veía, comenzó a ser de nuevo esto que aquí tienen, esta vez fue rápido, fluido y hermoso.
Aquí les dejo este cuenco atiborrado de cosas que llenamos en 2001 reabrimos y mostramos en 2018.
Para Pablo y Facundo